Los nubarrones que se ciernen sobre el transporte por carretera arrecian y para muchas empresas se adivinan las tinieblas. En marzo de 2020 se declaró una pandemia canalla que no cesa, y que tantas vidas y proyectos se ha llevado por delante. Directa o indirectamente, no nos hemos librado ninguno, y tampoco nuestras empresas, que en este mar de incertidumbre siguen colgadas de un hilo. Es la cruda realidad de un nuevo tiempo, cuyo desenlace ignoramos, pues ese virus asesino, que ahora parece retroceder en su sexta oleada, no deja de sorprendernos cada día, para mal.

Esta “fiesta” ha producido unos efectos muy costosos que alguien tendrá que pagar, empezando por nosotros, los transportistas segovianos. Ya estamos sufriendo el incremento sin freno de los precios de los combustibles, en consonancia con el de las materias primas; por otro lado, los acuerdos alcanzados el 17 de diciembre de 2021 con el Gobierno de España, que frenaron in extremis el anunciado paro general del transporte, no terminan de hacerse efectivos, por diversos motivos.

Y para remate, Rusia invade a Ucrania: ¡Una guerra!, en las puertas de la Unión Europea, de la que formamos parte. La primera reacción económica ha sido el disparo del precio del barril de petróleo. Pero eso es no es lo peor, hablamos de una guerra en toda regla. Nuestros vehículos siempre están disponibles para transportar personas y mercancías, no misiles nucleares. Los transportistas queremos trabajar en paz. ¡Que alguien pare esta guerra cuanto antes, por favor!

Ante esta situación, no cabe el desánimo. Los transportistas debemos reforzar nuestra unión y renovar la ilusión dañada, esta vez por nuevos conflictos de gran calado. Hace casi medio siglo, en 1977, cuando arrancaba la Transición y se abría paso la Democracia, los transportistas segovianos constituyeron Asetra como una herramienta para afrontar y resolver los problemas de entonces. Aquella unión fue un acierto que perdura. Esa línea que abrieron de unidad, compañerismo, fortaleza, formación, información, transparencia y eficacia debe seguir alumbrándonos siempre, por muy difícil que se ponga el camino. Son valores que nos han servido hasta ahora, por más que el transporte no ha cesado de cambiar y a esa evolución hemos sabido adaptarnos. Todo cambia, pero los sentimientos nobles perduran siempre.

Afrontamos hoy esta situación, marcada por una pandemia que no termina, por una guerra de consecuencias imprevisibles y por los nuevos retos que pesan sobre nuestras empresas. En positivo, se anuncian nuevos proyectos de desarrollo industrial para Segovia, con incidencia positiva para el transporte; a ello nos agarramos y, por encima de todo, a nuestra probada capacidad de sacrificio.

Si hemos sido capaces de superar muchas y duras crisis, también superaremos ésta, porque como luce en latín la visera de uno de los camiones segovianos: Et lux in tenebris lucet (Y la luz brilla en las tinieblas).